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La diferencia entre preocupación, estrés y ansiedad, y cómo lidiar con cada uno de ellos

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La diferencia entre preocupación, estrés y ansiedad, y cómo lidiar con cada uno de ellos

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No, no son la misma cosa, pero los tres están en auge en estos momentos de pandemia. Te ayudamos a identificarlos y a lidiar con ellos.

Los datos prepandemia hablaban de cerca de 40 millones de personas que conviven en EEUU con un problema de ansiedad, según la Asociación para la Ansiedad y la Depresión de EEUU. La situación actual es mucho más grave. Cerca de la mitad de los estadounidenses reconocían ya en el mes de mayo que la crisis estaba dañando su salud mental, de acuerdo con un sondeo de Kaiser Family Foundation. La cosa no ha hecho más que empeorar desde la primavera.

Probablemente experimentas preocupación, estrés o ansiedad todos los días. Quizá muchas veces al día. Pero ¿sabrías distinguir cuál es cuál? A modo de resumen, podríamos decir que la preocupación sucede en la mente, el estrés en el cuerpo y la ansiedad en ambos, cuerpo y mente. Dormir lo suficiente, alimentarse de forma saludable y hacer ejercicio son las recomendaciones básicas que nos vendrán bien en todo momento. Pero adentrémonos en los detalles para comprenderlo mejor:

  1.  Preocupación: el componente cognitivo de la ansiedad
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La preocupación se produce en la mente, no en el cuerpo: esos pensamientos repetitivos y obsesivos son preocupación, así como la tendencia recrearse en todo lo que puede ir mal. Como recuerda Melanie Greenberg, autora de The Stress Proof Brain, “es el componente cognitivo de la ansiedad”.

¿Es mala la preocupación? Tiene una función importante para estimular nuestro cerebro. La preocupación puede inducirnos a tomar acción o dar pasos para solucionar lo que nos preocupa, y esto es positivo, recuerda Luana Marques, presidente de la Anxiety and Depression Association of America. “La preocupación es una manera en la que nuestro cerebro maneja los problemas para mantenernos a salvo”, dice Marques. “Cuando nos quedamos atascados pensando en un problema, la preocupación deja de ser útil”.


2. Qué hacer: ocuparse en lugar de preocuparse 

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Algunos trucos para calmar la preocupación:

☑️Tiempo programado para preocuparte. Date un tiempo al día para preocuparte ex profeso por un problema. Cuando ese tiempo haya concluido, redirije tu pensamiento hacia otra cosa. La escritura es también muy útil para calmar pensamientos obsesivos.

☑️Ocuparse en lugar de preocuparse. O lo que es lo mismo, dar pasos hacia la resolución del problema, aunque sean muy pequeños. 

3. Estrés: la respuesta fisiológica

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Cuando el cerebro detecta una amenaza en el ambiente (escuchas un disparo o te persigue un perro mientras paseas en bicicleta), envía al cuerpo las señales de alarma que te permitirán enfrentarte al perro o salir corriendo con más efectividad: el corazón y la respiración se aceleran, tus pupilas se dilatan, la digestión se detiene, etc.

Es una respuesta muy útil para escapar o luchar contra este animal, y es lo que permite que consigas correr como una bala o saltar un muro que unos momentos antes parecía infranqueable. Pero el precio es alto: son momentos de gran desgaste para el cuerpo.

Ocurre que el cerebro no distingue entre una amenaza real e inmediata (se desata un incendio en tu casa) y otra imaginaria (una discusión, por ejemplo). Cada vez más de nosotros vamos por ahí como si tuviéramos un perro rabioso permanentemente amarrado al trasero. O sea, con estrés crónico a causa de problemas en el trabajo o presión ante las deudas. Este estrés crónico incrementa el riesgo de contraer desde diabetes a enfermedades del corazón, y hay que diferenciarlo del estrés saludable, que se resuelve cuando concluye la situación amenazante. 

4. Qué hacer: el ejercicio puede ser tan efectivo como los medicamentos

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Algunos trucos antiestrés:

☑️Ejercicio.  En cualquier lista con recomendaciones sobre hábitos de vida saludables (y, en concreto, para mejorar la salud mental) no puede faltar el ejercicio. Numerosas investigaciones avalan el ejercicio como un antidepresivo natural, que en algunos casos puede ser tan efectivo como los medicamentos. Entre otras cosas, el ejercicio estimula la producción de proteínas reparadoras de las neuronas, regula los niveles de serotonina y otros neurotransmisores, aumenta el flujo sanguíneo cerebral y estimula la liberación de endorfinas. No hace falta pretender completar una maratón. Es suficiente con incorporar el ejercicio a la vida cotidiana, algo muy efectivo, y adelantarse a las excusas más frecuentes (no soy capaz, estoy cansado, etc) antes de que se presenten.

☑️Mindfulness. La meditación es una poderosa herramienta para transformar la manera en que respondemos a los eventos externos. Una mente calmada y estable reacciona de forma muy diferente a otra agitada. Y es esta respuesta –nuestra percepción de lo que sucede y no el acontecimiento en sí– lo que determina la cantidad de estrés que vamos a experimentar. La práctica de la meditación te ayudará además a obtener claridad sobre lo que puedes y no puedes controlar, para que te centres en lo primero y aceptes lo segundo.

5. Ansiedad: suma de preocupación y estrés

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La ansiedad contiene un elemento cognitivo (la preocupación) y su respuesta fisiológica (el estrés), lo que significa que la experimentamos en el cuerpo y la mente. “En muchos aspectos”, sostiene Marques, “es lo que ocurre cuando estás lidiando con mucha preocupación y estrés”.

Es importante diferenciar entre la ansiedad manejable, y que se entiende como un aspecto normal de la vida cotidiana (y más en estos momentos) y un trastorno de ansiedad, un problema serio que puede requerir asistencia especializada. 

6. Qué hacer: sal fuera 

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☑️Cultiva la compasión y la autocompasiónCada vez más estudios e instituciones relevantes creen que es importante potenciar de forma activa la cualidad que quizá nos haga más humanosUn estudio de 2017 dirigido por investigadores de la Universidad de California y la Universidad de Stanford y publicado en la revista Mindfulness investigó su eficacia y mostró que los participantes se volvieron más capaces de regular y mejorar sus estados emocionales negativos como la ansiedad y el estrés, y aumentar los estados positivos.

☑️Sal fuera. El contacto con la naturaleza mejora la salud mental y física, la cognición, la habilidad para aprender e incluso fomenta la productividad. Un contrapunto, que además es gratis, al exceso de tecnología que nos rodea. Nuestras experiencias tienden a ser más virtuales que reales en la actualidad, con el abuso generalizado de la tecnología, y eso tiene consecuencias negativas para la salud, como el incremento de la ansiedad. Nos conviene caminar más descalzos en la tierra y consumir menos Netflix. Salir a la naturaleza es una forma fácil y casi inmediata de mejorar el estado de ánimo.


Tomado de: www.univision.com

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