Se aprende incluso desde antes de nacer
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EN DEFINITIVA
Una gestación en la que se experimenten niveles de estrés normales, es decir propios de la condición, así como un parto respetado y poco instrumentalizado, serán provechosos para el bebé.
Las mamás de las ratonas australiana azul (Malurus cyaneus) le cantan a sus huevos varios días antes de que abran para enseñarles una sola nota que deberán usar al nacer para comunicarse si quieren ser alimentadas. Es un santo y seña, una palabra clave que aprenden desde que son embriones. El truco les permite a los padres distinguir entre su descendencia de aquellas especies tramposas que invaden sus nidos y ponen sus huevos en ellos para que los críen. Las hembras también les enseñan la clave a sus parejas.
Similar a lo que pasa con los humanos: algunos investigadores han sugerido que parte de lo que asimilarán los bebés en el vientre materno tendrá que ver con asuntos críticos para su supervivencia, como comunicarse con su mamá en un mismo lenguaje.
Dos estudios dirigidos por Kathleen Wermke, quien liderael Centro para el desarrollo previo al habla y los trastornos del desarrollo en la Universidad de Würzburg en Alemania, registraron el análisis acústico en más de 6.000 balbuceos de neonatos durante su primera semana de vida. En el primer trabajo, publicado en Speech, Language and Hearing en 2016, compararon los sonidos emitidos por los bebés alemanes con los de los de familias Nso, en Camerún, que hablan lamnso.
El segundo estudio es el reportado en Journal of Voice, en marzo de 2017, que se centró en los recién nacidos de familias chinas que hablan alemán y mandarín. A diferencia del alemán (y el inglés), tanto el mandarín como el lamnso son idiomas tonales, en los cuales una sola combinación de sonidos puede crear múltiples palabras. El significado de una palabra hablada cambia según el tono que utiliza el hablante. En consecuencia, los bebés chinos y lamnso lloraron más melódicamente que sus contrapartes alemanas: tenían una mayor “variación de frecuencia dentro del enunciado”, lo que significa que sus tonos alcanzaron altos y bajos más altos, y sus balbuceos fluctuaron en tono más rápidamente.
Los dos estudios sugieren que los bebés están aprendiendo los matices del habla incluso antes de nacer, absorbiendo información sobre el tono de sus madres mientras están en el útero. “A diferencia de otras voces, la de ella no se ve amortiguada por las paredes abdominales y es la fuente de habla acústica más importante para un feto”, anotaron los investigadores. Sus resultados “subrayan aún más la suposición de un efecto de modelado temprano del habla materna”.
No son hojas en blanco
¿Para qué sirve este aprendizaje fetal? Para ayudar a la supervivencia del bebé. Desde el nacimiento, el neonato responde más a la voz de la persona que es más probable que lo cuide: su mamá.
Los fetos en el útero no solo aprenden sonidos, sino también sabores y olores. Un trabajo publicado en junio de 2001 en la revista Pediatrics encontró que a los siete meses de gestación las papilas gustativas del feto están desarrolladas y los receptores olfativos, que les permiten oler, ya funcionan.
En el experimento se pidió a un grupo de embarazadas que bebiera mucho jugo de zanahoria durante el tercer trimestre del embarazo mientras que otro solo bebió agua. Seis meses después a los infantes se les dio cereales con jugo de zanahoria y se observaron sus expresiones faciales al comer. Los hijos de las mujeres que lo bebieron comieron más cereal con el sabor de la planta naranjada, y de acuerdo a sus caras parecían disfrutarlo más.
Por fuera del vientre los niños parecieron preferir eso a lo que se les expuso, lo que tendría sentido ya que los sabores del alimento que comen las mujeres durante la gestación fluyen por el líquido amniótico y son ingeridos continuamente por el feto. Los bebés parecen recordar y prefieren estos sabores cuando están fuera del vientre.
El proceso de nueve meses de formación que ocurre en el vientre es visceral e importante. Gran parte de lo que la embarazada encuentra en su vida cotidiana, el aire que respira, los alimentos y bebidas que consume, los químicos a los que se expone, incluso las emociones que siente, todo eso comparte en cierta forma con su feto.
Sumados estos factores se constituye una mezcla de influencias tan singulares e idiosincrásicas como la mujer misma. El feto recibe esto en su cuerpo, lo incorpora a su carne y a su sangre. Y a veces hace algo más. Trata a estas contribuciones maternas como información sobre el mundo exterior.
La dieta de la embarazada y el nivel de estrés en particular son señales importantes de las condiciones reinantes. El feto en el útero no aprenderá la Pequeña serenata nocturna de Mozart si no da respuestas a preguntas mucho más críticas para su supervivencia. ¿Nacerá en un mundo de abundancia o de escasez? ¿Estará a salvo y protegido o se enfrentará a constantes peligros y amenazas? Los ajustes y adaptaciones resultantes en el cerebro del feto y en otros órganos constituyen la enorme flexibilidad de los seres humanos para prosperar en una gran variedad de entornos que van del campo a la ciudad.
Antes de nacer
Durante la vida intrauterina el bebé lo recibe todo de la placenta y cuando nace, en cambio, tendrá que hacer lo mismo, pero ahora solo. Por eso requiere ir generando unos mecanismos de adaptación a nivel circulatorio, respiratorio y metabólico, dice María Eulalia Tamayo, médica especialista en Neonatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
Durante la gestación que termina en el trabajo de parto, el bebé intercambia mensajes químicos que le ayudarán a percibir y darle forma al mundo al que se enfrentará. Por eso es tan clave el trabajo de parto, en el que a través de la actividad uterina y todas esas contracciones, agrega Tamayo, hay mensajes que se disparan y le dicen que ya es hora de prepararse para salir.
Allí el cortisol empieza a hacer su función, esta hormona es determinante en esa transición. El parto es otra clase para el futuro bebé fuera del útero. “Ojalá siempre le demos la oportunidad de llevar a cabo este proceso, para que esas alarmas, ese mecanismo de adaptación, se pueda dar”, concluye Tamayo.
El alto nivel de cesáreas en Colombia preocupa, sobre todo porque algunas mamás y doctores se alían para programarlas, aunque no sean necesarias.
En el momento en el que el niño nace, agrega Bernardo Agudelo Jaramillo, ginecólogo y obstetra profesor de la Facultad de Medicina, “hay una granproducción de oxitocina que se liberá con más potencia si luego de las contracciones y el parto, la mamá se lleva al pecho a su bebé recién nacido. Esto permite incluso que los pechos empiecen a prepararse para la lactancia”.
Es un mensaje doble vía y esta hormona genera un cerebro social, cuenta Lisa Fieldman Barret en su libro Cómo se hacen las emociones: la vida secreta del cerebro en el que esta investigadora explica el papel de estas señales primitivas. “Nuestro cerebro está diseñado para sentir algunas sensaciones simples que vienen de la fisiología de nuestro cuerpo. Entonces, cuando nacemos, podemos sentir sensaciones como calma y agitación, excitación, comodidad, incomodidad, pero estas sensaciones simples no son emociones. Están presentes en nosotros todo el tiempo que pasamos despiertos. Son simples resúmenes de lo que sucede en nuestro cuerpo, como una especie de barómetro. Son muy poco detalladas y uno necesita esos detalles para saber qué hacer después; qué hacer con esas sensaciones. ¿Y cómo nos da esos detalles el cerebro? A través de las predicciones. Las predicciones asocian las percepciones de nuestro cuerpo que nos dan esas sensaciones simples con lo que sucede en el mundo que nos rodea para saber qué hacer”.
Información sobre el mundo
Agudelo agrega que los estudios de los últimos 20 años que prueban que romper ese ciclo de gestación y parto, que debe permitir una conexión natural entre madre e hijo, produce riesgos en que los niños presenten conductas antisociales como drogadicción, violencia, alejamiento escolar temprano, alejamiento familiar, ruptura en las relaciones sociales, traumas, trastornos de la alimentación, entre otros (ver Análisis).
Por eso es que aunque el estrés mencionado por la doctora Tamayo es clave, el exceso de liberación de hormonas como el cortisol puede producir lo que los médicos y psicólogos llaman desadaptaciones. Una mamá que viva un embarazo con exposiciones a situaciones violentas, una separación temprana del bebé luego de parir o un parto altamente instrumentalizado e irrespetuoso que tantos traumas produce según las Naciones Unidas podría generar en los menores algunos trastornos psicológicos.
Estos trabajos recientes no responsabilizan a las mujeres por lo que sucede durante el embarazo, más bien pretenden involucrar a la familia en promover el bienestar de las madres, que a la vez se convertirán en la salud de las próximas generaciones.
CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARA SABER MÁS
MEJOR HABLAR DE CUIDADO
El amor es un abstracto por eso Juan Vásquez, psicólogo de la Universidad de Antioquia, sugiere mejor diferenciarlo del cuidado: “Hay una sensación de seguridad para toda la vida cuando los padres o cuidadores han respondido a las necesidades de un niño”. Incluso “en personas que se desorganizaron mucho durante la infancia y no tuvieron un ambiente facilitador y suficientemente bueno se presentan patologías como trastornos de personalidad límite descrito por Marsha Linehan, por ejemplo; o se ve narcisismo o psicosis”.
Un ejemplo simple de responder a las necesidades de su hijo sería que en épocas de calor un padre o madre vistan con ropa fresca a su hijo, en vez de forzarlo a usar prendas bonitas que lo asfixien. Eso es pensar en su bienestar.
Tomado de: www.elcolombiano.com